sábado, 23 de febrero de 2008

Bleu


Después de mesar tu cabello,
descenderé con vértigo a tu ingle.
Arrancando tu quietud, husmeando lento,
acechando el terciopelo que me espera.
Deshaciendo tu triángulo perfecto,
como un lobo devoraré tu simetría.

Y te ahogarás como yo ya me he ahogado,
y apretarás tus labios circunspectos
cuando el quejido se instale en tu garganta
y te abandone tu espíritu, raptado.
Desabrido, desde el áspero temblor
que me remueve cuando escucho tus latidos,
tendrás que ajustar cuentas conmigo,
devolveré cada golpe, cada beso...

Sabrás, entonces,
cuánto es capaz de tardar la madrugada,
y no querrás que ilumine tu guarida
ni un solo rayo, por débil que éste sea...
Porque me debes tu carne hasta el milímetro
me quedo con tu alma, hasta saber
si en la balanza pesa más mi pluma...