lunes, 25 de febrero de 2008

El cuerno de Amaltea


No quiero negociar nada contigo.
No quiero debatir.
No quiero que recurras a la diplomacia
para retrasar lo indefectible.
Mide el peso de aquello que pronuncias.
No olvides: invocar es transformar en vida.

La Gioconda que me devuelve tu mirada
no abandona su hermética sonrisa,
ella es mi cuadratura inacabada.
No quiero negociar,
no te resuelvo, no quiero resolverte,
ni te estudio.

Y no quiero negociar.
Mejor me besas, mejor bebes conmigo,
y me acaricias y me cubres el torso.
Muéstrame, por fin, esa fugaz estrella,
tú sabes dónde está,
y el deseo que guarda.