El temblor de mi voz me delata.
Si alguna vez quisiera ocultar o
disfrazar algún matiz,
mi voz trémula bien se emplea
en dejarme al descubierto.
Y no ante nadie.
Ante mi mismo, quizás,
por si alguna duda me quedaba.
Insatisfecho, permaneces
en los papeles desordenados de mi mesa,
en mi pereza, en mi cansancio,
y en mis recurrentes pesadillas.
En los poemas que rompo cada día.
Oscuridad, me acompañas
en los caminos que inicio,
mientras intento conciliar
sueño y vigilia, o cuando en vano
me escondo tras mi espejo.
Creaste un espacio invisible
repleto y colmado de mundos diversos.
Rompo cualquier ley por devolverte a la vida.
La rompería.
