sábado, 27 de enero de 2007

Experimento Maldito


Muchas veces me repito la misma pregunta: ¿Cuál debió ser la poderosa razón que impulsó a Jesús a resucitar a Lázaro? Sin duda, Jesús sabía que una vez devuelto de entre los muertos, Lázaro sería asesinado. Y así fue. Lázaro era la prueba irrefutable del poder de Dios canalizado a través de su Único Hijo y por tanto, dicha prueba debía ser eliminada a toda costa. Lázaro nunca comprendió las razones de atravesar el umbral de la muerte hacia la vida. Ya no era la misma persona y ni él mismo se reconocía. Incluso para los suyos era un extraño. Deambuló en su nueva y efímera vida entre largos silencios, mientras el desconcierto le abrumaba. Ni siquiera comprendió las razones de sus asesinos cuando le asestaron una mortal puñalada en el abdomen. Murió por segunda vez y para nunca más volver, ocupando definitivamente el lugar del cual nunca debía haber regresado.