martes, 11 de marzo de 2008
Skin Deep
En mi piel has prendido,
penetrando sin daño,
impregnándome de un vértigo amable,
ofuscando la razón más pura.
Me ciñes y te abrazas
provocando un latido
que cosquillea en mi esófago y me nubla.
Y me cubres el suelo y la frente de cenizas.
Tatuada bellamente,
mil artesanos han empleado
cada grano de oro que fluye en sus clepsidras,
en la labor de embeber con tu tintura
algo más que mis manos.
Me hueles, dibujada, a limón y a té negro.
Y permaneces...
Eres la puerta a mis tierras adentro,
donde tocas lugares que ni yo conocía.