viernes, 29 de diciembre de 2006

Adiós


Y ahora cállate. No dejes que a tus labios se asomen nunca más las
palabras que ayer dijiste por vez última. Guarda la voz para tu
soledad. Que tu trabajo sea el silencio, el gozo o el dolor de callar
lo que las horas te dieran, lo que aprendiste en los días luminosos
que se fueron.