domingo, 31 de diciembre de 2006

Smoke


Se trataba de una propuesta interesante. En cierta manera, averiguar el peso del humo de un cigarrillo consumido suponía todo un reto, un enigma aparentemente envuelto de misterio. La respuesta, también aparentemente simple: se trataba de pesar el cigarrillo, y sobre la misma balanza deberíamos depositar la ceniza y el producto final de la combustión. Tras una simple sustracción, deberíamos obtener el peso del humo. Pero no es así. Lo siento, William Hurt. Heisenberg te habría propinado un buen tirón de orejas.