domingo, 31 de diciembre de 2006
El Regreso
Cinco horas... Sobrecogedor... Ahí está Titán... Como caminando por la superficie quebradiza de un flan, me encuentro de nuevo con el vetusto cobertizo que parece haber sido construido con los restos de la cruz de Cristo. Suspendido, como flotando con las raquetas de nieve bajo mis pies, no temo ser engullido por esa gigantesca amalgama de leche y huevo. Hasta donde alcanzo a ver, todo es negro y naranja. Entro... Y ahí sigues sentado, en el centro, como has estado siempre, peinando las cuerdas de tu curvilínea compañía. Pero esta vez apenas has levantado la cabeza para mirarme...