jueves, 29 de mayo de 2008
Orto
Regálame tu esbelta espalda. Igual que me regalas los intrincados trazos de ese mapa soberbio que esgrimen tus neuronas, descargando energía a través de tu lengua, igual que me embelesas con tu risa coqueta o igual que me hipnotizas con la idea de besarte, dame, entera, tu espalda. Si me la ofreces hoy, no me sabré ignorado, tu nuca para mí será el rincón perfecto por donde resbalar la punta de mi insaciable lengua, la oquedad de mi boca se colmará en tus hombros y merodear en la firmeza de tus muslos será como atreverme a establecer el rito que anuncie la llegada del mayor cataclismo.