martes, 22 de abril de 2008

Elen síla lumenn' omentielvo


Mi vida es fascinante. Sí. Y en algún momento del pasado pensé que la frescura me había abandonado, o viví atrapado en un marasmo de brumas, apartado del sol. Y sí, pensé que había llegado al límite de todos mis anhelos, a la escarpada frontera de mis bosques. Pero tan sólo fue un olvido.

Sólo era necesario recordar, refrescar mi memoria, pues la fascinación envuelve mis andares, va conmigo, y es mi compañera. Sólo necesitaba recordar que aún hay bosque, que hay anhelo, que la luz se introduce, aunque a escondidas.

Recordar que he sido muchos otros y siempre muy valientes. Que fui el risueño adolescente cargado de amores imposibles y ágil ironía, espabilado, de audaces ojos, tímido y atrevido a la vez. Que fui también un niño que vivía entre este mundo y aquellos otros mundos no percibidos. Que fui el gran conversador, el iniciador de ritos entrañables, el amante de párrafos sublimes.

Un susurro al oído me ha arrullado. Sólo era necesario recordar. No sólo se alargan las miradas, también se alarga la sombra en la ventana. Y se cuaja de almendros el camino.