
Con sólo la visión de ese pelo tuyo,
imagino mis dedos
sin otro menester que entresacar mechones,
sin más objeto que la caricia pura
instalada en mi palma y en tu misma raiz,
de suavidad plantada.
Con sólo tu querer,
me adentro en ese bosque
y agito cada mata.
Me invita tu color
a hundir mis dedos de aire.
Te persigo y te acoso,
torturada por el temple
que hay en tu mirada.
Quiero hundirte mis dedos
mas allá del lugar
donde llegan mis besos.
Quiero hundirte en mis besos,
e inconvenientemente,
sumergirte, privarte,
sin posibilidad alguna de remisión,
sin tregua.
Que llegues a pensar
que no alzaré la pena,
y que no te covengo,
que oprimo tus maneras
y constriño y compelo.
Con sólo tu querer.